ESTRUCTURALISMO FRANCÉS

El estructuralismo francés y en general todas las corrientes críticas del siglo xx se preguntan ¿cómo debe estudiarse la obra literaria?

El estructuralismo francés se interesó en la lingüística de Saussure porque garantizaba el rigor analítico que buscaban. Pero los estructuralistas no pretendían hacer de la lingüística estructural una ciencia de la literatura sino traducir sus categorías para la investigación semiológica.

Esta corriente intentaba descubrir los códigos y las reglas que regulan todas las prácticas humanas, sociales y culturales. Aunque, como la lingüística saussureana, de un modo sincrónico, porque más allá de lo histórico al estructuralismo le interesaba conocer cómo funciona el sistema de reglas de un texto, los códigos que produce y no las manifestaciones concretas o su evolución en el tiempo. En la primera parte del estructuralismo, la obra individual sólo es vista como ejemplo de leyes generales de una estructura. A este estructuralismo no le interesa determinar el valor cultural de una obra, es analítico no valorativo y la interpretación ocupa un lugar secundario.

En el mismo sentido, rechaza al autor como fuente y unidad del significado. No interesa el autor ni el referente ni la especificidad misma de la obra, sólo interesa el sistema de reglas que la hacen posible. Para el primer estructuralismo el objeto de estudio no es el conjunto de los hechos empíricos (las obras literarias) sino una estructura abstracta (la literatura)

Al definir los elementos constitutivos del discurso se determinaba su lugar en el sistema o estructura, nunca un elemento podía ser estudiado fuera del sistema.

Pero en lugar de definir al personaje como un elemento del sistema, el estructuralismo habla de relaciones y oposiciones, de actantes que realizan acciones o cumplen funciones en la estructura general del relato.

Las oposiciones binarias son la operación fundamental para la producción de significado.

Este modo radical del estructuralismo devino en el posestructuralismo que modificó sensiblemente los primeros postulados. El segundo Barthes defenderá la unicidad de la obra literaria: cada obra literaria constituye un sistema o estructura que no es trasladable a otra. Rescatará también al autor como el que decide el uso de una serie de recursos formales en una obra.

Bibliografía:

Viñas Piquer, David, Historia de la crítica literaria, Ariel, Barcelona, 2002, pp. 432-448.

Barthes, Roland, “Elementos de semiología” en La aventura semiológica, Paidós, Barcelona, 2003, pp. 75-81.

El grado cero de la escritura, siglo XXI, México, 1981, pp.17-35.

"La actividad estructuralista" en Ensayos críticos, Seix Barral, Barcelona, 2002, pp. 293-302.

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